A finales de 2012 publicamos una entrada en este blog en la que, en el apogeo de la crisis económica española, animábamos a recuperar el equilibrio perdido y no caer en la desmoralización y la desesperanza.  Era (y continua siendo) un momento para que todos arrimemos el hombro y, en nuestro caso, para subrayar la importancia que el sector agroalimentario está teniendo en la reciente evolución de la economía española.

Nuestro análisis tiene un enfoque exclusivamente macroeconómico y por lo tanto, resulta limitado para describir una realidad económica mucho más compleja.  Específicamente no abordamos las variables micro que mayor incidencia tienen en el bienestar de los ciudadanos como empleo, salarios o carga impositiva.  No podemos olvidar la importancia de restaurar el equilibrio en las variables microeconómicas para conseguir una mejora sostenible de nuestra situación económica.

Con los datos definitivos, en 2011 la Cuenta Financiera de la balanza de pagos del Reino de España supuso un mayor endeudamiento del país con el exterior, en cerca de 30.000 millones  €.  Este endeudamiento adicional, absorbido íntegramente como déficit público ponía a la economía española en una situación de riesgo ante las instituciones europeas e internacionales y ante los mercados financieros.

Por el contrario, los datos provisionales del Banco de España para el año 2013 nos muestran una situación muy diferente que podemos observar en el siguiente cuadro.-

     

       
En 2013 se ha producido una mejora muy importante de la Cuenta Financiera de la Balanza de Pagos, en más de 40.000 millones €, lo que significa que la economía española ya está en un proceso de devolución de sus deudas con el exterior.  Este hecho no ha pasado inadvertido para las instituciones internacionales y los mercados financieros y ha dado como fruto una significativa bajada de la prima de riesgo de nuestro país.  En cuanto a la balanza de mercancías, su mejora se explica, prácticamente por igual por una bajada de las importaciones y un incremento de las exportaciones.  No cabe duda que la forma más sana de mejorar este equilibrio es continuar la senda de incremento de las exportaciones, si bien, un descenso de las importaciones de ciertos productos de consumo también es bienvenido.
Llegados a este punto, tenemos que centrarnos en nuestro sector agroalimentario, cuya balanza comercial presenta una evolución sencillamente magnífica: el saldo en 2013 ha resultado positivo en casi 9.500 millones € y está previsto que en 2014 este saldo se acerque a los 12.000 millones €.
     
      
En este contexto sorprende la primera estimación de datos de evolución de la renta agraria para el año 2014: para 2014 supone una disminución respecto al año anterior (-7,1%) con una importante bajada de precios de la rama de producción vegetal (-9,8%).  Parece como si los agricultores y ganaderos españoles nunca terminaran de reestructurarse y de apretarse el cinturón.
Un interesante informe del Ministerio de Agricultura ha cuantificado la contribución del sistema agroalimentario a la economía española, incorporando en el mismo al sector agrario, la industria agroalimentaria y otras actividades intrínsecamente ligadas a ellas en los ámbitos industriales, de servicios, transporte, almacenamiento y distribución.  En concreto, el Valor Añadido Bruto (VAB) del sistema agroalimentario supondría alrededor del 8,4% del VAB total de la economía española y estaría generando unos 2,3 millones de empleos.  Por fases, la generación de VAB del sistema se distribuiría porcentualmente en: industria de insumos y servicios (9,7%), rama agraria (23,9%), industria agroalimentaria (25,1%), servicios de transporte (9,7%) y distribución comercial (31,5%).
Nos ha sorprendido que el valor que entregan a la economía española las tres principales ramas de la cadena agroalimentaria (agricultura, industria y distribución) es bastante equilibrado y sin embargo, la relación entre ellas, hasta este momento, no se ha basado en una relación que refleje el equilibrio que muestran estas magnitudes económicas.  ¿Cuándo los agricultores y ganaderos recibirán la parte del valor que les corresponde en el marco de la cadena agroalimentaria?
                 
             

Según Heródoto “Egipto es un don del Nilo”, rio que con 6.600 Km de longitud nace en los Grandes Lagos de África Central.  Los egipcios construyeron una de las civilizaciones más ricas y evolucionadas de las Antigüedad asentándose sobre los últimos 1.300 kilómetros del cauce del Nilo, precisamente aquéllos que resultaban navegables, obteniendo a su vez una inmejorable vía de comunicación.  El Nilo les aportaba el agua y los alimentos en un entorno rodeado por árido desierto.

Recordaba que cuando éramos niños estudiábamos lo que ha significado Egipto y el Nilo, su historia y civilización.  Lo hacía mientras repasaba la carta de julio de 2012 de Jeremy Grantham “Welcome to Dystopia! Entrada en una crisis alimentaria de largo alcance y políticamente peligrosa” dónde situaba el foco en Egipto.  En su carta, Grantham consideraba que Egipto era muy vulnerable a la crisis alimentaria debido a que el 40% de los ingresos de los hogares se destinan a la alimentación (en comparación con el 10-12% en los países desarrollados) y a su dependencia de las importaciones de trigo, al igual que todo el Norte de África.  Egipto es actualmente un país de unos 85 millones de habitantes y una previsión de alcanzar los 140 millones para el año 2050, todos ellos concentrados en las riberas del Nilo.  Actualmente Egipto es capaz de alimentar a unos 55 millones de habitantes con su propia producción agraria.  Las preguntas que se hacía Grantham eran ¿qué va a pasar en el futuro con Egipto? ¿Cómo va a pagar los alimentos que necesita importar si ya padece un déficit en su balanza comercial de 25.000 millones $?.  El autor proponía para Egipto el desarrollo de una agricultura sostenible capaz de alimentar a su propia población acompasándolo con una reducción de su tasa de fertilidad humana.  La duda era si el país disponía de suficiente tiempo para ello, mientras pudiera financiar el desequilibrio de su balanza comercial con un mayor desarrollo de su producción de petróleo y gas natural.  Porque para Grantham la crisis alimentaria global no es una perspectiva, sino que se ha implantado en el mundo actual, de forma que la confluencia de unas buenas cosechas únicamente nos permitirá tener uno o dos años de alivio.

Efectivamente, la situación económica de Egipto se ha ido deteriorando en los últimos años hasta llegar a una situación insoportable como podemos ver en los siguientes  cuadros.

Esto se ha traducido en la vida real en escasez de combustible, aumento del paro, inflación al alza y falta de pan.  Al final, todo ello ha conducido a la caída del Presidente Mohamed Mursi y a la compleja situación económica, política y social que vive el país en este verano de 2013.

También hay que destacar que en los últimos años, Egipto ha dejado de ser exportador neto de petróleo para pasar a ser importador, aunque sigue exportando gas natural.  Tenemos que recordar aquí la estrecha relación entre la energía y la agricultura moderna y la correlación entre el precio del petróleo y el de las materias primas agrícolas (Vease el post ¿Qué sucede con el petróleo?). Los siguientes cuadros ilustran la producción y consumo de petróleo en Egipto y su producción e importaciones de cereales.

Aunque supone una simplificación evidente atribuir la situación actual en Egipto a las circunstancias relacionadas con la agricultura, la energía y los alimentos, no debemos obviar la importancia de estos fundamentos y el hecho de que la situación del país sería muy distinta si conservara una capacidad básica de alimentar a su población y una economía medianamente saneada.  Por tanto, hay que tener en cuenta que la dependencia alimentaria es una variable extraordinariamente sensible para la estabilidad política y económica.

También resultan muy peligrosos desequilibrios estructurales en la balanza comercial y en la balanza por cuenta corriente, porque a la larga estrangulan la capacidad de financiación del Estado y, por tanto, su acceso a los mercados de productos básicos.  En España hemos sufrido y todavía estamos padeciendo las consecuencias de una situación de este tipo (la famosa “prima de riesgo”).

Por último, es muy preocupante la rapidez con que la escasez de energía y alimentos llega a materializarse en inestabilidad política y económica y, a su vez retroalimentar crisis  en el tablero geoestratégico global.  Estos acontecimientos nos muestran la importancia vital de mantener una agricultura productiva en España y en Europa, sector que resulta más estratégico que nunca.  También resulta esencial aprovechar el tiempo para desarrollar una agricultura y un sistema agroalimentario más eficientes y un modelo de consumo responsable, superando tiempos pasados en los que el derroche ha sido la norma.

En estos tiempos un visionario, en su acepción de persona que se adelanta a su tiempo o tiene visión de futuro, que utiliza datos, cuantifica y tiene sentido crítico, que rechaza eslóganes huecos y busca las fuentes de las que se extrae la sabiduría, tiene un valor incalculable cuando la verdad se entierra bajo toneladas de información banal y mentiras.

“La verdad es un cuchillo afilado, la verdad es una llaga incurable, la verdad es un ácido corrosivo. Por eso durante los días de su juventud y de su fuerza, el hombre huye de la verdad hacia las casas de placer y se ciega con el trabajo y con una actividad febril, con viajes y diversiones, con el poder y las destrucciones. Pero viene un día en que la verdad lo atraviesa como un venablo ....”  Waltari, M. Sinuhé el egipcio

La gravísima situación económica que atraviesa el país invita a no pocos de nosotros a la desmoralización y la desesperanza, en línea con el carácter pendular que nos caracteriza por estos lares.  Por este motivo, resulta imprescindible un análisis frio, con los datos desnudos, que nos indique exactamente dónde estamos y cuánto nos falta para recuperar el equilibrio perdido.  En estos tiempos, la economía de los países depende de la capacidad que tengan para mantener el equilibrio de todas las variables macro y micro que describen la actividad económica.  Este equilibrio es inestable y necesita ajustarse continuamente.

Por otra parte, tenemos que pensar en la aportación que podemos hacer cada uno de nosotros para mejorar la situación actual y concretamente, en nuestro caso, en la gran contribución que está realizando el sector agroalimentario para reequilibrar las cuentas económicas y financieras del Estado.
Para analizar todo ello vamos a partir de las cifras macro que describen la economía real, cuya mejora es el camino más duro, pero también más realista y sostenible para mejorar nuestra situación económica.

> Empecemos por las cifras que nos facilita el Banco de España en relación a la Balanza de Pagos.


En el cuadro anterior tenemos una visión completa de la Balanza de Pagos en 2011 del conjunto del Estado, cuyo saldo por definición siempre es cero.  Para ello, la Cuenta Financiera equilibra la Balanza de Pagos, mejorando o empeorando la posición financiera del país.  En 2011, la posición financiera española ha empeorado en 35.760 millones €, lo que al final se ha traducido en un mayor endeudamiento del país con el exterior, principalmente público (teniendo en cuente además que el saldo de inversión extranjera directa  se ha comportado de forma negativa).  Este endeudamiento adicional, a unos tipos de interés más elevados implica un deterioro de la balanza por cuenta corriente (capítulo de rentas) generando un círculo vicioso.

Si como nos dicen nuestros socios comunitarios y las instituciones financieras internacionales, el cumplimiento de los objetivos de déficit público es esencial para ganar credibilidad y superar la crisis de financiación del Estado, resulta imprescindible avanzar en el reequilibrio de la balanza por cuenta corriente, para lo que necesitamos incrementar el cociente exportación/importación.  Para ello, se pueden reducir las importaciones (algo que ya ha sucedido y está sucediendo), con los consiguientes problemas en relación a algunos productos de demanda rígida (energía, insumos tecnológicos, etc.) o bien continuar la senda de incremento de las exportaciones.

Es en este punto dónde el sector agroalimentario está realizando una gran contribución, con el 13% de las exportaciones totales de mercancías en 2011 y saldo comercial positivo.  Este sector está aportando liquidez a la economía española cuando más se necesita y realizando una enorme contribución para superar la crisis económica.  Resulta paradójico que paralelamente el sector productor agrario se encuentre sometido a una fuerte crisis de rentas (principalmente por el incremento desmesurado de los costes de producción) y sin instrumentos para mejorar su posición en la cadena de valor agroalimentaria, a la vez que se ve sumergido en un mercado globalizado de productos agrarios sin instrumentos de estabilización.  Es necesario cuidar a los agricultores y ganaderos, sin ellos, todo lo anterior no sería posible.