Según Heródoto “Egipto es un don del Nilo”, rio que con 6.600 Km de longitud nace en los Grandes Lagos de África Central.  Los egipcios construyeron una de las civilizaciones más ricas y evolucionadas de las Antigüedad asentándose sobre los últimos 1.300 kilómetros del cauce del Nilo, precisamente aquéllos que resultaban navegables, obteniendo a su vez una inmejorable vía de comunicación.  El Nilo les aportaba el agua y los alimentos en un entorno rodeado por árido desierto.

Recordaba que cuando éramos niños estudiábamos lo que ha significado Egipto y el Nilo, su historia y civilización.  Lo hacía mientras repasaba la carta de julio de 2012 de Jeremy Grantham “Welcome to Dystopia! Entrada en una crisis alimentaria de largo alcance y políticamente peligrosa” dónde situaba el foco en Egipto.  En su carta, Grantham consideraba que Egipto era muy vulnerable a la crisis alimentaria debido a que el 40% de los ingresos de los hogares se destinan a la alimentación (en comparación con el 10-12% en los países desarrollados) y a su dependencia de las importaciones de trigo, al igual que todo el Norte de África.  Egipto es actualmente un país de unos 85 millones de habitantes y una previsión de alcanzar los 140 millones para el año 2050, todos ellos concentrados en las riberas del Nilo.  Actualmente Egipto es capaz de alimentar a unos 55 millones de habitantes con su propia producción agraria.  Las preguntas que se hacía Grantham eran ¿qué va a pasar en el futuro con Egipto? ¿Cómo va a pagar los alimentos que necesita importar si ya padece un déficit en su balanza comercial de 25.000 millones $?.  El autor proponía para Egipto el desarrollo de una agricultura sostenible capaz de alimentar a su propia población acompasándolo con una reducción de su tasa de fertilidad humana.  La duda era si el país disponía de suficiente tiempo para ello, mientras pudiera financiar el desequilibrio de su balanza comercial con un mayor desarrollo de su producción de petróleo y gas natural.  Porque para Grantham la crisis alimentaria global no es una perspectiva, sino que se ha implantado en el mundo actual, de forma que la confluencia de unas buenas cosechas únicamente nos permitirá tener uno o dos años de alivio.

Efectivamente, la situación económica de Egipto se ha ido deteriorando en los últimos años hasta llegar a una situación insoportable como podemos ver en los siguientes  cuadros.

Esto se ha traducido en la vida real en escasez de combustible, aumento del paro, inflación al alza y falta de pan.  Al final, todo ello ha conducido a la caída del Presidente Mohamed Mursi y a la compleja situación económica, política y social que vive el país en este verano de 2013.

También hay que destacar que en los últimos años, Egipto ha dejado de ser exportador neto de petróleo para pasar a ser importador, aunque sigue exportando gas natural.  Tenemos que recordar aquí la estrecha relación entre la energía y la agricultura moderna y la correlación entre el precio del petróleo y el de las materias primas agrícolas (Vease el post ¿Qué sucede con el petróleo?). Los siguientes cuadros ilustran la producción y consumo de petróleo en Egipto y su producción e importaciones de cereales.

Aunque supone una simplificación evidente atribuir la situación actual en Egipto a las circunstancias relacionadas con la agricultura, la energía y los alimentos, no debemos obviar la importancia de estos fundamentos y el hecho de que la situación del país sería muy distinta si conservara una capacidad básica de alimentar a su población y una economía medianamente saneada.  Por tanto, hay que tener en cuenta que la dependencia alimentaria es una variable extraordinariamente sensible para la estabilidad política y económica.

También resultan muy peligrosos desequilibrios estructurales en la balanza comercial y en la balanza por cuenta corriente, porque a la larga estrangulan la capacidad de financiación del Estado y, por tanto, su acceso a los mercados de productos básicos.  En España hemos sufrido y todavía estamos padeciendo las consecuencias de una situación de este tipo (la famosa “prima de riesgo”).

Por último, es muy preocupante la rapidez con que la escasez de energía y alimentos llega a materializarse en inestabilidad política y económica y, a su vez retroalimentar crisis  en el tablero geoestratégico global.  Estos acontecimientos nos muestran la importancia vital de mantener una agricultura productiva en España y en Europa, sector que resulta más estratégico que nunca.  También resulta esencial aprovechar el tiempo para desarrollar una agricultura y un sistema agroalimentario más eficientes y un modelo de consumo responsable, superando tiempos pasados en los que el derroche ha sido la norma.

En estos tiempos un visionario, en su acepción de persona que se adelanta a su tiempo o tiene visión de futuro, que utiliza datos, cuantifica y tiene sentido crítico, que rechaza eslóganes huecos y busca las fuentes de las que se extrae la sabiduría, tiene un valor incalculable cuando la verdad se entierra bajo toneladas de información banal y mentiras.

“La verdad es un cuchillo afilado, la verdad es una llaga incurable, la verdad es un ácido corrosivo. Por eso durante los días de su juventud y de su fuerza, el hombre huye de la verdad hacia las casas de placer y se ciega con el trabajo y con una actividad febril, con viajes y diversiones, con el poder y las destrucciones. Pero viene un día en que la verdad lo atraviesa como un venablo ....”  Waltari, M. Sinuhé el egipcio