Es un hecho que la energía es el elemento central en la agricultura moderna, tanto si se trata de insumos o suministros directos (gasóleo, electricidad, gas natural), como si se utiliza de forma indirecta a través de otros insumos (fertilizantes, piensos, lubricantes), dentro de la cadena agroalimentaria (industrialización, transporte, cadena de frio) y en los últimos años, por el lado de la demanda, en la producción de agrocarburantes. Y cuando hablamos de energía estamos hablando sustancialmente de petróleo, la piedra filosofal que ha cambiado el mundo.
Existe una relación directa entre el índice de precios de los alimentos y el índice de precios del petróleo según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). En la siguiente gráfica podemos observar la evolución de estos índices desde 1992 hasta la actualidad, existiendo un coeficiente de correlación lineal entre ellos de 0,89.
Así, hemos recibido con sorpresa el informe anual que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó el pasado 13 de noviembre. A primera vista, dicho informe certifica el éxito técnico y la viabilidad económica de las tecnologías que permiten extraer los petróleos de esquisto y gracias a esto, prevé que los EE.UU. se conviertan en el primer productor de petróleo del mundo hacia 2020 y en exportador neto hacia 2030. La trascendencia para el futuro de la humanidad de dichas previsiones ha ocasionado una enorme algarabía mediática, seguida de múltiples análisis sobre las implicaciones económicas y geopolíticas de este hecho en la escena mundial. También ha llamado la atención de los agricultores por las implicaciones que se derivan para la producción agropecuaria de cara al futuro. Por este motivo, es necesario hacer en primer término una serie de consideraciones.-
Las técnicas de explotación de formaciones de rocas compactas y esquistos bituminosos están disponibles desde hace tiempo, lo que ahora resulta novedoso es su viabilidad económica debido a los altos precios del petróleo. Es decir, esta explotación petrolífera no es viable económicamente con precios bajos del petróleo o, lo que es lo mismo, para que se pueda aplicar con éxito los precios del petróleo se deben mantener necesariamente elevados.
No podemos dejar de considerar los problemas ambientales que causan las explotaciones no convencionales de gas natural y petróleo, ya que la técnica de extracción conocida como fractura hidráulica o fracking introduce grandes cantidades de agua y compuestos químicos en el subsuelo que pueden llegar a contaminar los acuíferos y comprometer el suministro de agua potable.
La extracción del petróleo de esquisto se caracteriza por un declive mucho más rápido que la producción convencional y la necesidad de estar perforando continuamente nuevos pozos.
La AIE hace sus previsiones en un escenario central de “implementación de nuevas políticas”, que consiste en la puesta en marcha de políticas proactivas por parte de los gobiernos para mejorar la eficiencia y disminuir el gasto energético. Estamos hablando de un profundo descenso en el consumo de energía que para los EE.UU. prevé pasar de 805 millones t. de petróleo (Mtoe) en 2010 a 558 en 2035 (-31%) y para la UE de 569 Mtoe de petróleo en 2010 a 417 en 2035 (-27%). No cabe duda de que un descenso en el consumo energético de este calibre tendrá muy serias repercusiones para la economía de los países occidentales.
En el siguiente gráfico de la AIE podemos observar la previsión de producción de petróleo para los próximos años en el escenario central de "implementación de nuevas políticas".
Desde el punto de vista del sector agrario resulta imprescindible avanzar en una estrategia energética, tanto a nivel español como europeo, en relación a los siguientes aspectos:
Abastecimiento energético y papel de las energías renovables. Dependencia energética de las explotaciones agrarias.
Escenario de precios energéticos.
Producción energética por parte de las propias explotaciones agrarias.
Acceso a fertilizantes y piensos.
Cambios de cultivos y cambios en la producción agraria.
Eficiencia energética y optimización de costes.
Intercambios locales y complementariedad cultivos/ganadería.
Es un hecho que la energía es el elemento central en la agricultura moderna, tanto si se trata de insumos o suministros directos (gasóleo, electricidad, gas natural), como si se utiliza de forma indirecta a través de otros insumos (fertilizantes, piensos, lubricantes), dentro de la cadena agroalimentaria (industrialización, transporte, cadena de frio) y en los últimos años, por el lado de la demanda, en la producción de agrocarburantes. Y cuando hablamos de energía estamos hablando sustancialmente de petróleo, la piedra filosofal que ha cambiado el mundo.
Existe una relación directa entre el índice de precios de los alimentos y el índice de precios del petróleo según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). En la siguiente gráfica podemos observar la evolución de estos índices desde 1992 hasta la actualidad, existiendo un coeficiente de correlación lineal entre ellos de 0,89.
Así, hemos recibido con sorpresa el informe anual que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó el pasado 13 de noviembre. A primera vista, dicho informe certifica el éxito técnico y la viabilidad económica de las tecnologías que permiten extraer los petróleos de esquisto y gracias a esto, prevé que los EE.UU. se conviertan en el primer productor de petróleo del mundo hacia 2020 y en exportador neto hacia 2030. La trascendencia para el futuro de la humanidad de dichas previsiones ha ocasionado una enorme algarabía mediática, seguida de múltiples análisis sobre las implicaciones económicas y geopolíticas de este hecho en la escena mundial. También ha llamado la atención de los agricultores por las implicaciones que se derivan para la producción agropecuaria de cara al futuro. Por este motivo, es necesario hacer en primer término una serie de consideraciones.-
Desde el punto de vista del sector agrario resulta imprescindible avanzar en una estrategia energética, tanto a nivel español como europeo, en relación a los siguientes aspectos: